En la era de la sociedad del conocimiento, la información y el conocimiento son factores claves en los procesos de producción y creación de riqueza. En este sentido, las tecnologías de información y comunicación (TIC) cumplen un papel determinante, por lo que los ciudadanos en general y los gobiernos en especial, de aquellas naciones que van a la vanguardia del desarrollo, han comprendido su lógica intrínseca, la cual impulsan, y han tratado de organizar estas tecnologías para incrementar su productividad y bienestar. Pero, en sentido prioritario, las han visualizado como un instrumento que contribuye al logro de amplios objetivos nacionales, tanto sociales como económicos, y principalmente como soporte a las políticas nacionales y programas de desarrollo.
Sin embargo, las TIC no son una panacea para solucionar todos los problemas del desarrollo, tales como la pobreza. Por ello, las políticas dirigidas a su desarrollo deben ir acompañadas de estrategias que reduzcan la sustancial brecha entre los «que tienen» y «no tienen» conocimiento e información. Las desigualdades acumuladas en lo educativo, económico, social y político, hacen que las personas con una mejor educación, con altos ingresos económicos, con poder político y gran movilidad social posean un mayor acceso a los conocimientos y a la información, en comparación a aquellas personas que no han tenido las mejores oportunidades. Esta situación de desequilibrio es posible también detectarla en lo que respecta a las ciudades o regiones pobres y rurales.
Arículo remitido por Benardeth Hernández
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